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Bombonerazo de Racing: el equipo de Costas le ganó a Boca con gol de Maravilla Martínez y jugará la final del Torneo Clausura

Los jugadores vestidos de celeste y blanco se corporizan en un racimo de felicidad. Se abrazan en la mitad de la cancha y saltan impulsados por un triunfo histórico. Se suma Gustavo Costas, el técnico que recuperó el sentido de pertenencia y le devolvió el protagonismo al club que ama. No es para menos, claro. Racing, que ya había dejado en el camino a River, acaba de poner de rodillas a Boca y es finalista del Torneo Clausura.

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Bombonerazo de Racing: el equipo de Costas le ganó a Boca con gol de Maravilla Martínez y jugará la final del Torneo Clausura

Lo logró en una Bombonera ardiente, testigo de un mano a mano de enciclopedia, perpleja como esos hinchas que se pierden entre la bronca y el dolor por otro año sin vueltas olímpicas. Que abandonan el estadio presurosos, entre los bombos y platillos de La Doce, siempre ajena al contexto. De este lado del Puente Pueyrredón, a orillas del Riachuelo, celebra la Academia, que no pudo lograr el sueño internacional pero se ilusiona con la conquista doméstica, el sábado en Santiago del Estero ante Gimnasia o Estudiantes.

Semifinal Torneo Clausura entre Boca y Racing. Fotos Emmanuel Fernández – FTP CLARIN EMA03766_1.JPG Z EFernandz Efernandez

Lo mereció Racing. Porque siempre tuvo claro el camino. Especialmente, en un segundo tiempo que controló con la garra y el corazón de Juan Nardoni. El volante santafesino se devoró a Leandro Paredes, que mostró la peor versión desde su regreso de Europa. El dominio del mediocampo fue clave. También, los tres centrales, firmes en cada cruce de arriba y abajo. Y Maravilla Martínez algún día iba a quebrar la racha negativa. Fue en esta noche inolvidable. Hacía diez partidos que no marcaba. Hay que tenerle paciencia a los goleadores.

Boca falló en el duelo que más necesitaba ganar. Fue inexplicable la salida de Exequiel Zeballos, el jugador más desequilibrante. Fue el primer cambio, muy repudiado por la gente. Claudio Úbeda, que supo ser el capitán del Racing campeón 2001, se jugaba la continuidad en 2026. Tal vez siga al frente del equipo, pero sacar al Changuito, que había sido un problema para Facundo Mura, para poner a Alan Velasco, que hacía 54 días no jugaba oficialmente amerita el análisis. La segunda variantes llegó en el final, cuando entró Rodrigo Battaglia para cabecear un milagro. Faltaron respuestas desde el banco, está claro.

Cortado. Con poco vuelo. Sin emociones. El primer tiempo estuvo lejos de las expectativas que se habían generado en la previa. Ni hablar del contorno, cargado con el color y la pasión de los hinchas. Potenciado por la expresión de una rivalidad que creció en las últimas décadas. Boca y Racing armaron un espectáculo difícil de digerir. Por el respeto mutuo, claro. Y también porque no fluyeron las sociedades ni la inspiración individual.

Boca se mostró algo más agresivo que en los últimos partidos, pero tuvo que ver con la postura de un rival que no hizo gala de la tenencia, que jugó largo y lo obligó a dividir. Sin embargo, le faltó elaboración porque Paredes estaba agobiado por la vigilancia de Nardoni. Adrián Martínez se desgastó en un rol físico que buscó incomodar al volante campeón del mundo, pero sobre todo a los centrales. Debió ser amonestado por un codazo a Ayrton Costa. Darío Herrera ni siquiera cobró infracción. Tal vez por eso, el neuquino luego terminó compensando con faltas inexistentes.

Maravilla volvió a luchar pero logró convertir un gol clave. Fotos Emmanuel Fernández

Racing tuvo un poquito más la pelota, pero recién comenzó a hilvanar algún circuito a partir de los veinte minutos. Agustín Almendra tuvo claroscuros. Así y todo, participó de la jugada más clara de la Academia en ese período. El ex Boca -al que todos recordaron al grito de “el que no salta es un traidor”- abrió para Mura, el rionegrino jugó atrás porque Nardoni llegaba limpio y el disparo cruzado del mediocampista besó la base del palo.

Costas desempolvó la línea de tres centrales que le dio seguridad para contener a los dos centrodelanteros locales y amplitud con los laterales lanzados. A bordo del 3-4-3, le faltó mayor determinación a Santiago Solari, al límite en el aspecto físico. Por la izquierda, en cambio, Gabriel Rojas y Duvan Vergara tuvieron una mejor sintonía frente a Juan Barinaga.

Boca solo generó algún desequilibrio cuando desbordó Lautaro Blanco, se encendió Carlos Palacios o encaró Zeballos. Y en el final de la etapa inicial, el Changuito forzó un par de infracciones que le permitieron a Paredes explotar la pelota parada, el arma más peligrosa del equipo. También, dejar a Racing con Mura y Marco Di Cesare amonestados.

Los envíos del capitán xeneize hicieron ruido en la tribuna, pero no tuvieron respuesta frente a Facundo Cambeses. Miguel Merentiel jugó afuera del área y Milton Giménez atraviesa un bajón personal que no le permite explotar en la zona del gol. Perdió casi todos los duelos con los zagueros visitantes. Hubo una guapeada, a puro amor propio, que acabó en un tirito que Cambeses detuvo sin problemas.

En el segundo tiempo, Racing profundizó el control de la pelota. Creció Nardoni, que se adueñó de la mitad de la cancha. Y el equipo tuvo una mejor circulación. Salió Zeballos y Boca se terminó. Entró en un embudo del que no pudo salir. Y llegó la apertura de Almendra, el desborde de Rojas y el cabezazo de Maravilla, que anticipó a Costa.

Costas refrescó a un equipo que venía con un día menos de descanso, con un alargue y la angustia de los penales, pero con la convicción de que podía dar pelea. Por eso Racing llegó a la final. Boca se quedó a mitad de camino, envuelto en un montón de dudas.

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