El hígado graso es “un aumento anormal de los depósitos de grasa en el hígado”, explicó Ainhoa Alemán, dietista-nutricionista y miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética.

Hay diversas causas que pueden provocar esta enfermedad, sin embargo, es importante tener en cuenta que se trata de una enfermedad hepática crónica.
Esta enfermedad puede estar relacionada al consumo de alcohol. De todos modos, cuando no está asociado, se denomina hígado graso no alcohólico. En este caso se relaciona con factores como obesidad, diabetes tipo 2, colesterol alto, resistencia a la insulina y malos hábitos alimenticios.
Hígado graso. Foto Shutterstock.
“Se trata de una enfermedad silenciosa que apenas produce síntomas”, afirmó la nutricionista. Es decir, puede agravarse sin que el paciente sea consciente. “Si no se controla a tiempo, puede pasar a ser una patología más severa y a causar serios problemas de salud”, comentó la dietista.
La función clave del hígado
El hígado es responsable de diversas funciones de gran importancia:
Actúa como filtro y órgano de depósito sanguíneo.
Metaboliza algunas hormonas e interviene en la inmunidad.
Regula los niveles de glucosa durante la digestión, metaboliza las proteínas y los ácidos grasos.
Interviene en el almacenamiento, activación y transporte de muchas vitaminas y minerales.
Forma y excreta bilis.
Desintoxica el cuerpo de medicamentos, alcohol y otras sustancias de desecho.
Sea cual sea su origen, la alimentación juega un papel fundamental aunque suele ser de mayor relevancia en el caso de hígado graso no alcohólico.
Qué alimentos recomiendan los expertos para combatir el hígado graso
El tratamiento del hígado graso implica cambios en la alimentación y en el estilo de vida. Los especialistas recomiendan ciertos alimentos para combatir el hígado graso.
Los ingredientes para la dieta de un hígado graso.
Verduras y hortalizas: Consumir variedad de vegetales frescos, especialmente de hoja verde, brócoli, coliflor, espárragos, calabaza y pimiento.
Frutas frescas: Priorizar frutas con bajo índice glucémico, como manzana, pera, naranja, frutillas y arándanos.
Legumbres: Incorporar lentejas, garbanzos y porotos como fuente de fibra y proteínas vegetales.
Cereales integrales: Preferir arroz integral, avena, quinoa y pan integral en lugar de harinas refinadas.
Proteínas magras: Elegir pollo sin piel, pescado (salmón, atún, trucha) y claras de huevo. La carne roja debe limitarse y optar por cortes magros.
Grasas saludables: Incluir aceite de oliva extra virgen, palta, nueces y semillas. Evitar grasas trans y limitar las saturadas.
Lácteos descremados: Preferir leche, yogur y quesos bajos en grasa.
Evitar azúcar y ultraprocesados: Reducir dulces, bebidas azucaradas, bollería industrial, frituras y comidas rápidas.
Hidratación: Beber suficiente agua a lo largo del día y evitar el consumo de alcohol.
Control de porciones: Mantener cantidades moderadas y evitar el exceso de calorías.
La dieta recomendada por los especialistas
Desayuno:
Avena con leche descremada y rodajas de manzana
Una rebanada de pan integral con queso fresco bajo en grasa
Té o café sin azúcar
Media mañana:
Yogur natural descremado
Un puñado de frutillas
Almuerzo:
Pechuga de pollo a la plancha
Ensalada de hojas verdes, tomate, zanahoria y brócoli, con aceite de oliva
Porción pequeña de arroz integral
Fruta fresca (pera o manzana)
Merienda:
Un puñado de nueces o almendras sin sal
Taza de té o infusión sin azúcar
Cena:
Filete de pescado al vapor o al horno
Puré de calabaza o zapallo
Ensalada de espinaca y pepino
Un yogur descremado
Recomendaciones adicionales:
Mantener hidratación con agua durante el día
Limitar el consumo de sal y evitar azúcar añadida
Evitar frituras y alimentos ultraprocesados
Moderar las porciones y realizar actividad física regular
Sin duda estas recomendaciones deben acompañarse por actividad física regular, al menos 150 minutos por semana.
Para combatir el hígado graso es recomendable acompañar la dieta con actividad física regular. Foto Pexels.
Los resultados dependen de la constancia y características individuales, por lo que siempre es aconsejable la supervisión de un profesional de la salud.
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