Los jueces determinaron que José Antonio Castellanos asesinó a la mujer de 36 años en noviembre de 2014. El acusado se había fugado y lo encontraron recién en mayo de este año.
Sabrina González tenía 36 años cuando fue asesinada.
Diez años después de un calvario que incluyó la fuga del acusado por el femicidio, la familia de Sabrina González tuvo justicia este viernes: el Tribunal en lo Criminal N°1 condenó a prisión perpetua a José Antonio Castellanos, señalado como responsable de haber matado a su ex en Virrey del Pino, La Matanza, en noviembre de 2014.
La víctima tenía 36 años cuando su pareja -según concluyó la investigación- la mató de una puñalada en la espalda y huyó con rumbo desconocido hasta mayo de este año, cuando fue capturado en Chubut. Castellanos llegó al juicio oral acusado de un “homicidio calificado por el vínculo”.
“La verdadera justicia habría sido que mi mamá estuviese viva ahora, pero tuvimos a un asesino libre todos estos años. Pasamos por situaciones muy duras desde que la mataron. Y nunca pude hacer el duelo. La sentencia es aliviadora”, comentó Daira Sayavedra (27), hija de Sabrina. Ella nunca dejó de buscar al presunto femicida.
Castellanos había iniciado una nueva vida en la Patagonia. Conoció a una nueva mujer y hace dos años tuvieron una hija. Todo cambió tras una denuncia anónima. Hace seis meses, la Policía de Chubut logró su detención en Comodoro Rivadavia, donde vivía.
Desde entonces, la Justicia aceleró los tiempos para llegar al juicio y evitar que el caso se tiñera para siempre con la sombra de la impunidad. Este lunes, Castellanos se sentó en el banquillo de los acusados para ser juzgado por el crimen.
“Las pruebas eran contundentes y todos los testimonios coincidieron. Mis hermanos, amigas de mi mamá, vecinos, el policía que lo detuvo en Chubut. Del lado del femicida hablaron la hermana y su nueva esposa. La realidad es que lo hundieron, más que favorecerlo”, consideró Daira.
El femicidio de Sabrina González
Sabrina González tenía 36 años cuando fue asesinada en la casa de su suegro en Virrey del Pino. Allí la encontró su cuñada, el 5 de noviembre de 2014.
La mujer, hermana de Castellanos, tenía la tarea de custodiar la vivienda. Era un pedido que le había hecho su papá, que se había ido de vacaciones. Al llegar, un detalle le llamó la atención: la puerta estaba cerrada con un candado. Se acercó a una ventana trasera y se topó con el horror: adentro había una mujer tendida inmóvil en el suelo.
Sabrina fue asesinada de una puñalada en la espalda. Allí mismo estaba el cuchillo con el que la mataron. Luego se determinó que las huellas en el arma eran de Castellanos.
También se estableció que el crimen ocurrió en esa casa. Los investigadores concluyeron que el hombre había citado allí a Sabrina, con quien mantuvo una relación de ocho meses que ella había decidido cortar debido a diferentes episodios de violencia de género.
“Además de la puñalada, mi mamá tenía fracturas en la cabeza, tres costillas rotas, contusiones en los ojos y signos de asfixia”, mencionó la hija de la víctima. Y recordó: “Ella quiso separarse cuando se enteró de que él le había contagiado el virus VIH. Nunca le había mencionado que era portador. Él no soportó la decisión de mi mamá y la mató”.