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Todo lo puedo en Instagram que me fortalece – Por Cruz de Piedra


Los medios de comunicación tradicionales gráficos y audiovisuales presentaron, desde fines de
los años 80 con la irrupción de Carlos A. (un parapsicólogo y practicante de
esoterismo que conoció a Jesús y, financiado por su pyme, invirtió en espacios publicitarios de
evangelismo) un estereotipo de pastor protestante. El eje iniciado por Annacondia era la
resolución de problemas de salud: psicoticos que habían dejado de serlo, ciegos que veían
(como Bartimeo) y personas que se ponían de pie y destruían sus sillas de ruedas. Las Cruzadas
televisadas devinieron en otro fenómeno, el ícono de la farándula Héctor Aníbal . Con
menor impacto , Claudio Freidzon y Osvaldo Carnival habían comprado la trasnoche de Radio
Splendid compartiendo programa. De modo más pacato, estudiaban la denominada palabra de
Dios y el mensaje de sanación estaba ajustado a no incumplir la legislación de ejercicio ilegal
de la medicina. El empresario que tiraba el tarot y dejo de fumar el día que conoció a Jesús y el
confeso delincuente juvenil de Munro se contrastaron con dos nuevos testimonios: Carnival,
que había estudiado magia y hacia desaparecer palomas, admitía que se convirtió por un vacío
espiritual. Freidzon, de traje negro y corbata roja, les narraba a sus oyentes, tratandolos de
usted, que tenía al evangelismo en la sangre; era hijo y nieto de pastores.

A diferencia de Annacondia (que obtuvo reconocimiento oficial por congregaciones
reconocidas en Secretaría de Culto) y Giménez, Carnival y Freidzon no pasaban música tropical.
Con un trabajo persistente, las tandas tenían la musicalización de un gospel melódico. Música
funcional con salmos cantados por una mezzozoprano o un barítono de voz aflautada como los
monjes benedictinos castrados voluntariamente hacia tres siglos. Luego, difundieron Rescate
y otros grupos de rock bíblico. Ambos dos fundaron megaiglesias y tienen sus respectivas
frecuencias de FM. El 50% del evangelismo porteño de concentra en ese proyecto que
comenzó con mates y biblia para insomnes.

Capitulo aparte merece la Iglesia Universal del Reino de Dios. Lo mismo el sexólogo que hizo
cursos de Psicología en la Universidad Kennedy que adquiría diez minutos en los mediodias de
América TV. Bernardo, como Neustadt, inventó un slogan:
tóxico. En su tesis, todo aquel que padece una enfermedad mental debe ser excluida porque
es , en esencia, un manipulador. Sus libros de psicología, que plagan las librerías de saldos de
Corrientes, no tienen cita alguna a la tradición epistemologica validada en la UBA: ni al
conductismo cientifico, ni al psicoanálisis ni a la teoría de sistemas. Hay citas de Sheakspiere y
Platón que al googlear “frases celebres” fueron reproducidas de modo textual.

Luego de la pandemia, se decía en el microclima evangélicos que había un eterno retorno a la
iglesia primitiva. En ese sentido, afloraron influencer. Que tal vez tenían, estadísticamente,
más audiencia que las habituales trasnoches en Crónica o radios sintonizables con una radio de
cancha.

Entre todos, resulta disruptivo Javier el Evangelista. Dice no cree en Dios. Propone no pagar el
diezmo. Niega que Jesús sea hijo de Dios. Se conmueve reaccionando a mensajes del Papa
Francisco de tolerancia a minorías. Publicita el Evangelio de Judas. Dice que las iglesias son
clubes sociales. Propone vivir una experiencia indecible en soledad. Sin espasmos. Respeta la
tradición y en base a esta, la deconstruye. Habla de Zeus y hasta trae el concepto Kundalini,
forma de denominar deidades propio de la cultura hiperbórea que proponía Gebbels para
reemplazar a Jehová. La manera de entender a Jesús de Javier se puede explicar en un paper:
conviven en su imaginario la teología de la reforma, el materialismo de Aristóteles y el
nilihismo de Nietzsche. Solo este último vale la pena.

Nietzsche propone que las personas vivimos tres etapas: camello , león y niño. Javier, cuyo
primer podcast es una defensa del Espíritu Santo, empezó predicando para camellos. Diciendo
lo que querían escuchar. Lo aceptado. Ganando seguidores. Esos mismos, cuando el León
despertó, se multiplicaron al denunciar una vaca sagrada del cristianismo : el diezmo. El niño
Javier, que para Nietzsche es el artista, está en jugar con la idea de Jesús. En no darle tanta
importancia. En decir que los problemas son humanos. En inventar nuevos valores: ser
cristiano es no decirle toxico a un pibe que en un ataque de epilepsia te manda 200 mensajes y
los borra. Y abrazarlo con un audio de 7 segundos con un tono de voz calido desde Miami
hasta Buenos Aires. En atender el teléfono a personas que sufren. En ayudar a pensar. En decir
que hay bien y mal. En volver a la fuente. Y dejar de mentir: la fuente no te va a salvar de nada.
Te va a dar paz aquí y ahora. Y vas a pecar. Y vas a volver. Esa es la prédica. Esa es la iglesia
primitiva. Esa es la buena noticia que los apologistas le reclaman a Javier que traiga: los que la
sociedad considera indignos, Jesús, el Rey Filósofo del Siglo 1 de la era vulgar, los abraza. Y en
qué no nos podemos parecer a el porque no lo conocemos.

Ser cristiano, para la hegemonía, es excluir tóxicos. Ser un aprendiz de Jesús, es hacer dudar. Y
dar una certeza: algo que no se conoce está de tu lado. Y otra más: no hay obra posible para la
salvación. Es gratis.

El concepto de la gratuidad de Heidegger, o de La Gracia para Pablo de Tarso, es la buena
noticia de la palabra que cede al poder terrenal de los apologistas. Ellos, cómo está escrito en
los esenios, en la Tora, en el budismo, en el pragmatismo americano , tienen el poder y la
gloria. La iglesia, como comunidad (que en la sociología clásica se distingue de sociedad
porque no media el dinero y la codicia entre sus miembros si no un lazo trascendente) es para
todos. Y se difunde en un vivo. Un asesino es salvo como un joven que no se masturba porque
el líder le dijo que está mal. Judas, incluso, en el último beso, fue salvo porque inmortalizó a
Jesús. Pero nunca fue perdona de rincones oscuros ni de prácticas psicopaticas: se crucificó al
ahorcarse. Eligió ser el antihéroe para darle el protagonismo mayor a su Maestro cuando ya
dijo todo lo que tenía que decir. Se ahorcó por Jesús. Las monedas no le importaron porque no
monetizaba sus videos de una hora hablando de que preguntarle a un judío por historia judia
es no pertenecer al cristianismo. O hablar de cortes de pelo. O perder horas de vida juzgando a
los queer o diciendo que por una frase se es hereje. Los mosquitos se acercan a las luces
cálidas. Los Judas, mueren y matan por el mensaje. Que no es Javier. Que no es Jesús. Que no
es Dios. Que es el confiar y decir la puta que vale la pena estar vivo.
Y que hay un Jesús para los solitarios.

A través de ese dispositivo los efectos son desconocidos de este mensaje. Pero forman parte,
por cantidad de receptores, de esta historia.

Conclusión: el mensaje es que para ser amado y para amar no hay que hacer obras. Ni convertirse a nada. El que no puede dejar la cocaína no tiene que dejarla para pertenecer al Reino de Dios. Si ama, ya pertenece. Si quiere mejorar su salud debe pedir ayuda medica. Y si pierde control de si, el Estado está obligado a protegerlo para que no se dañe ni dañe a terceros. Y en el mundo vulgar, el cotidiano, es heroico dejar una adicción. Pero no es un mandamiento ni condición para ser salvó rehabilitarse. Es una elección.

Javier, como activista, propone un mundo más humano. Y defiende a capa y espada a los débiles (no necesita hablar idioma de inclusión, predica salvación incondicional a las diversidades sexuales porque para el, todas somos personas): principalmente cuando nos advierte que 9 de cada 10 ovejas son lobos. Ese es el avivamiento. Seguir a Jesús pero no permitir que nadie lo estafe. En este Apocalipsis, no hace falta doblar rodillas si no mirar a los ojos a través de una pantalla. Y quien quiera oír que oiga: solo el amor tiene sustancia.

Cómo última conclusión, La Verdad al día es decir la palabra gracia como sinónimo de derechos humanos. De dignidad. Y salvación, de defensa de la integridad física y psicológica de los otros ciudadanos. De garantías. Si Judas y Jesús son igualmente salvos, los apologistas obsesionados con discriminar personas por su orientación sexual y pavonearse con tener «una esposa'» de la que jamás hablaron con admiración ni en su rostro se evidencian gestos de amor, también son salvos. Aún los envidiosos, los violentos verbales, son salvos por gracia. Elegir el amor es la propuesta. Y no dejarse maltratar o violar sus derechos es un derecho de toda persona. El pecador es salvo. El psicópata y el envidioso, también. Pero este último no lo sabe. Esa es la salvación. El no saber nada. El saber todo

CRUZ DE PIEDRA

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